marzo 16, 2010

COMO BURLARSE DEL CIUDADANO... EN CUATRO ACTOS O TAL VEZ MÁS...

(Segunda parte de la que aparentemente será la interminable saga del taxista agresor y el Corto Maltés)

ACTO 1

A pedido de la hinchada -que soy yo mismo, pelotita de grasa- acudí, buen ciudadano al fin... a mi oficina, a las 7.30 de la mañana del lunes, para arreglar algunos asuntitos; y es que, aunque la justicia llama, el trabajo paga las cuentas...
... y además, sería mucho opio creer que un Juzgado de Paz (JP) abrirá antes de las 9.30 de la mañana.
La burla, como quise verla, es que realmente los JP's no abren a las 9.30 ni a las 10.30. El JP de Bustamante y Rivero, donde vivo, abre a las 3.30 de la tarde.
Así que pasos perdidos -está apenas a unas tres cuadras de mi casa, cuatro de la oficina- y esperar hasta la tarde.

ACTO 2

Cuatro pe eme. No se pudo antes porque de vez en cuando uno trabaja. Así que en la primera oportunidad que tuve, escapé un ratito de la oficina para poner la famosa denuncia. El JP de Bustamante y Rivero funciona en un ambiente de unos 6 metros cuadrados: tres computadoras y tipos en corbatas y camisas. Tiene un tufillo -en mi cabeza- a esas viejas comisarías de película policial.
Saludo lo más cortésmente  que me sale. Informo que vengo a poner una denuncia por intento de agresión. Primer error. Lo digo con tranquilidad y orgullo: soy un ciudadano que viene a ponerse la ley a la espalda, que quiere sentirse protegido por las normas. Segundo Error.

- Señor, nosotros no vemos este tipo de casos (sic)
- Pero los policías en el patrullero que me asistió me dijeron que pusiera la denuncia en el Juzgado de Paz.
- Desde el 18 de enero no recibimos denuncias por faltas (?).
- ¿Y que hago ahora?
- Tiene que ir a poner la denuncia en la Comisaría.

Es cierto que he resumido el diálogo -pero no mucho- pero las cosas más importantes siguen ahí. Fueron amables, es cierto, pero al salir de la habitación de módulo de vivienda donde funciona ese JP, sentí como si tuviera ojos clavados en la espalda. "Pobre tonto..." es lo que oía en mi cabeza.

Pero tenía que ir a la Comisaría, apenas fuera posible.

ACTO 3

Diecinueve quince, aproximadamente. El tiempo para ir a la Comisaría. A diez cuadras de mi casa.
Lo primero, saludar. Eres un ciudadano que viene a honrar a las leyes que lo protegen, usándolas para defenderse de los energúmenos. Y eso te hace importante para el sistema.

- Vengo a poner una denuncia por intento de agresión.
- Suba al segundo piso por las gradas a la derecha.

A despecho de lo que se piense, la Comisaría de Bustamante y Rivero es exactamente igual a otras Comisarías. Apretada, sucia, desvencijada. Y debo decirlo: huele mal. Sobre todo desde el segundo piso, puesto al parecer sobre la puerta del baño, que huele como pueden oler los baños. Mal y fuerte.

Es importante decir que luego de un rato te acostumbras al olor. Importante porque es metáfora de lo que las leyes esperan de tí, ciudadano. Que te acostumbres al olor.

- Vengo a poner una denuncia por intento de agresión.
- Siéntese señor.
- Gracias.
- Intento de Agresión.... pero eso no lo vemos acá

¡Un momentito! Estoy empezando a cansarme de la idea. La noche de los "hechos", taxista y supervisor intentaron convencerme de que era apenas una palomillada, un excesos de entusiasmo. Los policías de la patrulla me sugirieron que aceptara las "disculpas verbales del agresor". Y ahora resulta que ni los JP's ni las Comisarías ven los intentos de agresión.

- ¿Y ahora que hago?
- Tendría que ir a pedir garantías en la Gobernación.

No, no fue tan simple. Ciudadano mareado, descarga una muy ácida filípica: ¿qué demonios sucede con las leyes, que un sujeto tranquilo y honesto no puede usarlas para defenderse?

- Así son las cosas en nuestro país -me dice el policía, que resultó ser también abogado.
- ¿Y no le da asco?
- Si, señor. Pero es la realidad.

***

OK. Iré a la Gobernación, -Acto 4- esperando otro rebote, es casi seguro. Pero voy decepcionadísimo, si no lo estaba antes, de las leyes de este país. Porque resulta que si tú, que lees, no recibes un solo golpe, pero tienes que ver a un monstruo desatado delante tuyo, amenazándote con cualquier contundencia, filo, lanza, punta, botella rota o cualquier cosa, NO TIENES NADA QUE DENUNCIAR, porque no hay delito, no hay falta, no hay clasificación legal para lo que acaba de sucederte.

Si alguna vez logramos la República de Ciudadanos que soñamos con algunos amigos, espero que no dejemos esto en el aire, nunca más.

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