septiembre 24, 2010

PURGAR EL PASADO

(Este post es viejo. Una de esas cosas que a veces se te quedan en el tal cajón. Ahora tengo h**vos para terminarlo. Curiosamente después de ver una serie de TV. Aplica a muchas cosas, y un poquito me sirve de referncia en un momento algo raro)






Uno siempre tiene un pequeño cajón de sastre. Lleno de cosas que probablemente no ha usado en años, y que seguramente no usará jamás.
A veces, esas cosas únicamente crían polvo, y ya. Se justifican por sí solas en su empolvada colectividad.
Yo tengo un cajón de sastre, dividido en carpetas, por toda mi computadora.
Cartas, recuerdos, fotos. Cosas que puedes guardar siempre.

A lo largo de los años, he aprendido a querer todos esos pedacitos míos que fueron a dar a manos de alguien. Después de todo, sobre todo en lo escrito, las cosas maduran muy bien cuando pasa el tiempo.

Es verdad. A veces se pudren, pero la mayoría de veces maduran.

Uno siente menos vergüenza de lo que está ahí, ahora. Miro algunas de las cosas que escribí a personas, a ciertas personas y me sorprendo. No recuerdo la manera en que llegué a ponerme en tal lugar: ese en el que decir esas cosas es natural. Ese en que el que no me puedo detener.

Llegué a ese punto con alguien. Y luego de darme cuenta, luego de sumar dos y dos, descubro que me equivoqué. No es algo que no haya sucedido alguien antes.
Antes me equivoqué. Tal vez esté en camino para arreglar ese error. O no. Pero es cosa de tiempo.
Darme cuenta del error del que hablo ha tomado tiempo, también.

Me entrometí donde no debía estar. Lo hice apasionadamente, como suelo hacer estas cosas. 
Pero no lo hice solo. Estabas ahi, me hiciste pensar que podíamos ir más allá.
Pero bueno, no era tan verdad, ¿no?

Siempre dije que algo de película, o mala telenovela, había en mi vida.
Y probablemente el más terrible capítulo de esta mala telenovela se terminó hace casi un año.
Y recién ahora, aunque no del todo, puedo recolectar los pedacitos de eso, repartidos en muchos lugares.
Los he puesto todos juntos.

Y apreté Suprimir. Shift Suprimir.
¡Ojalá sirviera también para la cabeza!

septiembre 20, 2010

LA VI... Dos regalos y la Feria del Libro

Seis para las cinco de la tarde. Montado en el taxi encuentro un mensaje de texto que me dice "los cafés estan cerrados. Bu". Espero honestamente que el asunto se arregle, porque quedamos en vernos dentro de seis minutos, en el segundo piso del Istambul.
Pero es Domingo; y suele pasar en domingo que no hay muchos sitios abiertos. De veras, cuando llegó tu SMS en la mañana, debi decirte para vernos en Cayma y dale, estaríamos sentados comiendo creps en el Capriccio. Pero bueno, siete minutos después, y yo en Plaza de Armas, llega el mensaje que dice "Istambul abierto". ¡Genial! El sitio siempre me ha gustado, y tiene algunos recuerdos alucinantes en él. Creo que faltabamos nosoros ahi adentro... aunque alguna vez ya estuvimos ahi, ¿no?
Fez, Istambul, una vez en el Dady'O, un par en el Deja Vu, un montón en el Mono Blanco. No es que nos  hayamos caminado todo el centro, pero bueno, alguna hoja de ruta tenemos por ahi.
Ayer me trajiste dos regalitos de tu ultima vuelta por el Cusco. En especial me gusta mucho este que yo llamo tarjetero que vino desde Raqchi. Lo tengo en mi escritorio, justo desde ahora, y le pongo encima una tarjeta que me dieron luego de la conversa, mesa redonda o lo que fuera, de la FIL.


Ayer me convertí por un par de horas en el pirata de la mesa. Entre sociólogos e historiadores, pues yo era el único periodista, o más bien, el único que admitió hacer algo distinto a su carrera para vivir.
Parece sin embargo que la diferencia no disgustó, y fue muy provechosa para el diálogo. Al final, todo bien y todos muy contentos. Aprendí un montón acerca de esto de lo cholo de lo que tanto hablamos últimamente en mi partido, y como dije en el anterior... pues te lo conté el domingo por la tarde. 
Con este tarjeterito de Raqchi, dos cervezas y toda la paciencia del mundo para lograr encontrarte, ponerte de una buena vez en mi vida, donde debas encajar, y sacar de mi mente algún pequeño fantasma que sobre mi, contigo, aún existe.

septiembre 19, 2010

¡MAÑANA LA VERÉ!

Y no, no se trata de un acontecimiento cósmico.
Seguramente será otra buena charla de café, y nos diremos muchas cosas: ella me contará de su caminata en Chucuito, yo le contaré de mi mañana en la FIL.
Ella seguro se verá espléndida, y yo trataré de no dejar que se noten mis nervios.
Le diré que este miércoles comienza una de mis series favoritas, y ella me escuchará y me dirá que es buena, y trataré de convencerla para que la vea.
Pero no nos diremos nada más. Llenaremos un par de horas, deliciosas como siempre, de cosas de amigos.
Y creo que ahí está el secreto de todo.

La primera vez que la quise -como si existiesen veces en el querer- me obsesioné tanto con la idea de mostrarle lo que sentía, que olvidé conocerla por completo. Olvidé acercarme, acercarla, divertirme con nuestras viejas tardes en un café de Santa Catalina sin más que ganas de hacerlo.
Alucinaba historias de romance, sin tomarme la molestia de hacer el camino hacia ese romance.

Quiero construir el camino. Hacer que poco a poco seamos tan cercanos que seamos cómplices, y nos riamos el uno del otro, y con el otro, sin necesidad de hablar.Quiero saber que al final de todo, sea cual sea el resultado, ambos habremos ganado.
Estoy dispuesto a ser amigo, y a ser un gran amigo.
Aunque no creo dejar de querer, como creí entonces.
Esa vez las cosas no pasaron como quise. Ahora, tengo fe.

septiembre 14, 2010

ME ESTOY HACIENDO DAÑO... OTRA VEZ

Hace una semana escribí de zapatitos rojos y buenas vibras...
Ahora no es tan feliz la cosa.

A veces pasa que uno se ilusiona tontamente, intentando encontrar trazos de otro color en las cosas que ve y escucha. Entonces uno pretende escuchar, ver y sobre todo sentir lo que no hay.
Supongo que esto me esta sucediendo de nuevo. Soy reincidente y acepto mi culpa.

Es que me gusta encontrar pequeños detalles en cosas sencillas. Y ya debería saber que en esta persona, en esta linda y -¡por Dios! ¡Qué terco!- querida persona, no los voy a encontrar. No ahora, no se siquiera en el futuro.
Tengo dos nudos en el estómago. Uno, el que me provoca querer mirar lo que no está.
El otro, el más tremendo de ambos, el que ocasiona esperar demasiado, querer demasiado, imaginar demasiado, y no encontrar nada más que una sonrisa y unos ojos de cristal, otra vez.


La veré de nuevo, pero no sé que haré. Como dije, he vuelto a caer, en mis propias garras. Y no es un buen lugar para estar...

septiembre 07, 2010

UN PAR DE ZAPATITOS ROJOS...

Seguramente suena irracional; cuando lo conversé con una amiga, más temprano, me dijo básicamente que "¡vaya hombre!" y "no sabía que tenías esos gustos..."

Y no, no es que de pronto me haya dejado de gustar la carne semicruda, y quiera comer espárragos orgánicos de ahora en adelante. NO. Pero resulta que estoy en el borde mismo de caer en mis propias garras gracias a un par de zapatitos rojos.

Y no es que no se viera linda. Si lo estaba, muy guapa. Pero sus zapatitos me mataron. 

No se trata de una fijación, pero es como buscar ese detallito. Ese que significa que de alguna manera se tomó dos minutos más para ver qué combinaba con qué, porque resulta que salía contigo esta tarde.

No es esta la aventura de la semana anterior, simple juego de palabras y vaguedades que nunca llegará a nada -y es una pena que no lo haga-: este es un cuento antiguo, que tuvo una buena cuota de incertidumbre, y dolor, y otras cosas más. Un algo que tal vez no debe regresar. Y aún estoy a tiempo de arrepentirme y dejar todo de lado, y no hacer nada de nada más...

...pero ¿cómo oponerse cuando gusta tanto? Ni siquiera sé exactamente qué es lo que gusta tanto. Hace un buen tiempo, mientras trabajaba, llegué a un lugar donde por casualidad estaba alguien que tiene cierto parecido con esta niña de zapatitos rojos. Recordé no las razones, no pude encontrarlas; recordé de inmediato lo que me hizo sentir la primera vez que la miré a los ojos. La primera vez que no encontré un cristal vacío, sino un par de pupilas chiquitas, contraídas, que no se hicieron de lado y se quedaron viéndome.

No voy a pegar esto en mi muro del Facebook, como suelo hacer.
Tal vez lo encuentre, y no quiero que llegue tan fácil a esta idea. Mejor, mucho mejor si no lo hace aún.
Necesito estar seguro de lo que haré. Porque a veces un par de ojos hermosos me matan, pero cuando vienen caminando con un par de zapatitos rojos....

Me hacen postear estas cosas.