noviembre 10, 2010

BYE BYE, ZAPATITOS ROJOS...

Y bien... yo sabía que este tipo de finales llegan de vez en cuando. Y pueden llegar más de una vez, que es exactamente lo que pasa ahora.
La diferencia -y la ventaja- es que ahora estoy mejor preparado para aceptar lo que suponía hace un tiempo. Que no se puede, y que ¡bueno! no será para otra vez, porque no habrá otra vez.
Me cansé de estar en este plan. Y no es que esperara algo completamente diferente. Digamos que uno se hace ilusiones sobre ciertas cosas, pero con la experiencia de la vez anterior -hubo una vez anterior- sacas en claro dos cosas:
- NUNCA debes poner toda la carne en la parrilla cuando recién comienza la barbacoa; y
- NO DEBES enamorarte porque un par de zapatitos rojos se pusieron al lado de los tuyos.
Sí, supongo que tienes derecho a dejarte llevar un poquito porque es rico sentirse así. Pero no hipotecas tus sentimientos tan fácil. Lo aprendí a la mala, siendo el dañado, y el que daña.
Ahora, descubro que hice bien. Tuve mi mejor cara de poker mientras me enteraba. Y seguimos conversando como si nada.
Creo que es lo mejor. Al menos no tengo rencor en el presente, ni rencor por el pasado. El tiempo hará lo suyo, pero con todo, yo salí ganando.
No tuve que pagar el café de hoy.

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