Y que ojalá fuera tan sencillo hacerlo también en la cabeza.
No lo es. Algunas cosas han pasado en estos días, los últimos, que me han hecho sentir muy, pero muy mal. Están afectando mi tranquilidad, mi trabajo y mi mente en mi tiempo libre. Duele. Duele mucho saberse tan profundamente descartable. Y tan pequeño, y tan solito.
Puede ser una sensación pasajera, y honestamente espero que sea así. No está uno para estas desazones. Pero vienen, de vez en cuando.
Lo jodido, lo realmente jodido, es que vengan de rojo, en parte, con lo que me gusta ese color.
Yo supongo que es una cosa que puede pasar. No la siento nostalgia. La siento burla y desazón. Engaño y mucha mala leche. Y esas cosas, en la cabeza, son como clavos calientes.
Pasará, lo sé, pero mientras tanto, quiero que quede por estos lados cuanto jodía cuando pasó.
Luego, entrará al mismo lugar donde está aquella, en el cajón de sastre.
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